Luego del contundente triunfo de las Lobas sobre San Lorenzo por 3-1 para sellar su pase a la final de la Liga Argentina de Voley, la líbero Virginia Granado dialogó en exclusiva con Mundo Tripero acerca del triunfo y lo que se viene en esta última instancia.
¿Qué sensaciones tenes después de llegar invictas a la final?
Mira, el invicto, claramente hoy, me da igual. Estoy feliz, ya cuando faltaban cinco puntos no podía contenerme la risa. Quería subirme a la tribuna y cantar con la gente. Feliz, feliz, feliz.
¿Qué paso en el tercer set?
Yo creo que en un momento nos desconcentramos mucho, nos jugó en contra la ansiedad de decir “ay dios, que se termine ya este partido porque queremos ganar” en el tercer set. Pero en el cuarto sabíamos lo que queríamos, que era ganar. Erramos mucho, a comparación de los otros sets, entonces creo que fue muy importante bajar el error y ahí cambió el partido.
¿Cómo te sentiste en lo personal?
Bien, re bien. La verdad que estoy muy cómoda en el equipo. Es un puesto nuevo que estoy jugando, antes era punta y la verdad estoy muy cómoda.
¿Y cómo terminan las piernas después de jugar tan seguido?
Todo el cuerpo, no solo las piernas. Nos duele absolutamente todo, estamos cansadas pero creo que también hacemos un buen entrenamiento, descanso y alimentación fuera de la cancha que es muy importante. Tenemos todas en claro que la Liga es asi, se juegan tres partidos seguidos, nosotras como los demás equipos, pero creo que el descanso y la alimentación lo hacemos bien que es fundamental.
¿Objetivo cumplido?
El primero si, que era llegar a la final. Ahora bueno, la final hay que ganarla.
¿Velez o Boca?
Mira, si me preguntas, yo quiero ganarle a Boca. Pero no me molestaría que pase Velez, igual si pasa Velez, que por algo le gano a Boca, es un rival que ya conocemos. En cambio, en esta Liga no hemos jugado con Boca. Pero cualquiera de los dos que vengan, nosotras tenemos que estar tranquilas de nuestro trabajo.
¿Qué se siente jugar en un Poli tan colmado de hinchas?
No, no, no… Es una felicidad. Personalmente no puedo contener la risa, cuando la gente empieza a cantar se me pone la piel de gallina, el corazón me va a mil, quiero que termine el partido, basta de jugar. Es el número siete de la cancha, fundamental.
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