“Nos merecíamos esta alegría, y yo me merecía darle todo a este equipo”, decía un Chirola jugador emocionado luego del mítico 3 a 0 a Rafaela en el Bosque repleto de almas allá por el 2009. Hoy, el Lobo una vez más lo pone contra las cuerdas, como muchas veces, como a muchos y muchas personas a los largo de su existencia tripera.
Un poco de eso se trata la vida: de dar, de recibir, y no siempre de manera equitativa. No es habitual que la fortuna acompañe, mucho menos la justicia. Sin embargo, el alma tripera avanza como un camión Scania frente a cualquier adversidad. Aun sabiendo que tiene todas las de perder. Más aun teniendo esa certeza. Esa puede ser la historia de cualquiera que esté leyendo estas líneas, es también la de quien escribe.
Allá vamos, siempre eh. Siempre. Tres goles abajo, con dos hombres menos, y pocos minutos de juego para dar vuelta la historia. Era casi imposible, pero en el fondo la chispita permanecía encendida. Intacta. Como en cualquier situación.
Entregados siempre a esta ilusión. Porque, vamos… teníamos 13 años en la mochila, un club inhibido, ningún refuerzo y un gol de ellos a los 4 minutos de juego. Pero en el fondo teníamos la seguridad de darlo vuelta. Muy en el fondo, y supo emerger. Siempre sabe cómo.
Entonces, me pregunto, nos pregunto, ¿por qué nos extraña el empecinamiento de Sebastián? ¿Por qué nos enoja que se mantenga firme en una idea, para muchos -quizá para él también- poco acertada y sin tener en cuenta otra posibilidad que la de sacar esto adelante?
Somos un mar de fueguitos, como dijo alguien que escribiendo jugaba bastante bien. Y si bien de 36 partidos dirigidos, solo ganó en ocho oportunidades, esas victorias fueron importantísimas. Seguro que hay mucho en el debe hay diecisiete derrotas, diez partidos consecutivos sin ganar, y más de dos meses sin festejar, pero el pibe de Berisso todavía cree. Aun sabiendo que el sábado el Bosque será un hervidero. Con dientes apretados y un nudo en la garganta, se la juega toda, la de él, la de su familia y todo el triperío que tanto quiere.
Hay mucho fastidio con razón. Lo respeto.
Pero…
Por poner el pecho en el peor momento.
Por devolverme la alegría sobre la hora.
Yo elijo creer, 90 minutos más.
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