El Lobo le ganó 1-0 a Sarmiento en una cancha siempre difícil, cortó una racha de tres derrotas consecutivas y volvió a sonreír. Con gol de penal de Marcelo Torres y una gran actuación de Nelson Insfrán, el equipo de Orfila consiguió tres puntos de oro para seguir creyendo.
Gimnasia volvió a respirar. En una semana cargada de tensión y dudas, el Lobo se impuso en Junín ante un rival directo y dio una muestra de carácter en el momento justo. Fue 1-0 ante Sarmiento, con un penal bien ejecutado por Marcelo “Chelo” Torres y una atajada salvadora de Nelson Insfrán, que contuvo otro penal en el segundo tiempo.
El encuentro fue intenso, disputado, con mucho más esfuerzo que brillo. El Lobo -por fin- entendió el contexto: había que ganar, como sea. Y lo hizo. Después de tres caídas consecutivas y de diez años sin triunfos en el estadio Eva Perón, Gimnasia rompió dos rachas que pesaban demasiado.
El gol llegó sobre el cierre del primer tiempo. Una mano de Facundo Roncaglia dentro del área fue sancionada tras la revisión del VAR, y Torres no falló: remate cruzado, fuerte, imposible para el arquero. En el complemento, Sarmiento tuvo su chance para empatar, pero Insfrán adivinó el lado y le negó el gol a Morales, convirtiéndose en figura.
Más allá de las estadísticas, el valor del triunfo fue anímico y colectivo. Gimnasia mostró solidez defensiva, compromiso y temple. En una cancha complicada y con la presión del descenso respirándole en la nuca, el equipo de Alejandro Orfila dio señales claras de reacción.
El festejo final fue un desahogo. Los jugadores abrazados, el banco saltando, y la hinchada que acompañó de cerca explotando de alegría. No es sólo un resultado: es un mensaje. Este equipo está vivo, y aún con errores y limitaciones, sabe levantarse.
Ahora el Lobo deberá sostener la actitud y el envión en lo que viene. Pero esta victoria vale más que tres puntos: vale confianza, unión y esperanza.
Gimnasia volvió a creer.
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