Se cubren y descubren menudos crímenes a la razón en el día a día. Quienes están pendientes del muerto, son una marioneta de las circunstancias, manejadas por el diablo. Pero sucede que el muerto en cuestión aún no lo está, y jamás lo estará. Somos muchos y estamos locos, pero en esta batalla permanente entre el corazón y la razón nos debatimos de qué manera internarlo. ¿Concurso preventivo de acreedores para evitar la quiebra? Nuevamente nos pega una piña la pregunta: «¿Cómo permitimos llegar a este estado?». Aborrece pensar en quienes se pintaron de triperos de ley y nos empujaron al abismo. Paradójicamente (y como siempre), son los políticos, los representantes del nombre del club quienes (por saña o inoperancia) dejan a Gimnasia en esta disyuntiva sumamente crítica.
Nosotros también tenemos la culpa, hay que asumirlo. Porque en cantidad de veces nos subimos al tren del exitismo pensando en el corto plazo, en la alegría desesperada sin analizar los medios para encontrar el fin deseado. Somos víctimas y causantes indirectos de las acciones de los culpables. Criticar desde afuera es sencillo, entrar en la vida institucional y participar activamente, es otra cosa.
Empecemos por asistir a las asambleas. Es un acto que abarca a todos los socios, una oportunidad única en el año en la cual se manifiestan ideas, quejas, se ven las caras de los figuretis en persona. Es nuestra obligación para enderezar a este escudo, muchas veces olvidado y perjudicado a cambio de beneficios individuales, corrompiéndolo y deshonrándolo. La misión es acercarse a la cabeza política para evitar un aislamiento y una incomunicación que deje vía libre para el atraco. Así hemos llegado a esto, a pensar en una situación crucial para impedir que Gimnasia cayera en un crudo infierno. No hay demasiadas palabras para transmitir la furia que causa pensar en esos hombres de saco que nos metieron en este pozo, en esta desidia. Veámonos más las caras, triperos, sumémonos a la difusión de las gestiones, a hacerlas más transparentes y a provocar que sean causas populares por las que luchar en el día a día.
El destino cambia los aires de desasosiego cuando el pueblo entrelaza sus brazos, haciéndose más fuerte que cualquier político o empresario que busque nuestra muerte para alimentar su parasitismo. Solamente mirando la bandera, nuestros colores y nuestra historia, encontramos la motivación suficiente para empujar a Gimnasia hacia la tranquilidad de saber que las cosas se están haciendo bien. Con claridad y transparencia, con honestidad y honradez como símbolos emblemáticos. A nunca olvidarse de que el club es nuestro, de los socios. Nosotros somos la fuerza de nuestro motor. Solamente hay que actuar.
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