Aclaración: El título de la nota no es por la definición de la cuestión, sino porque se trata de un inicio. Un nuevo empezar.
¡Ay Gimnasia, Gimnasia! ¡Cuántos vaivenes de emociones! Cuando Maidana erró el penal en Mar del Plata, nos quemó los papeles a todos. Y si, porque llenamos el Minella, con esperanza, pero nosotros estábamos ahí para acompañar. Desde el vamos sabíamos que el rival era muy difícil de superar. Lo hicimos. ¿Y ahora?
¿Qué hacemos? No tengo un mango, me gasté todo en venir a la semifinal. ¿Cuándo jugamos, el jueves? Me tengo que pelear con mi jefe, buscar alguien que me cuide la casa, que me reemplace en el laburo, buscar un certificado porque no pienso ir a rendir. Así, infinidad de pensamientos se cruzaron por nuestras mentes. Y ahí, junto ahí se dio el fenómeno que hasta la tierra hizo vibrar. Un sismo, ¡ja! Era nuestro renacer.
Hace un puñado de temporadas que buscamos acomodarnos. Un puñado más bien grande. Tres derrotas consecutivas en la mochila, al lado de la calculadora que también sirve para controlar las cuentas del club bajón concurso. Y nos cayó, así de repente, la final de una copa. No es que no la buscábamos, es que no estaba en nuestros planes inmediatos. No es que no la deseáramos, es que estábamos enfocados en otra lucha. Pero vino y de ninguna manera íbamos a dejarla pasar.
Se perdió, pueden objetarme. Si. Lo sé. Perdimos la final. Profundo dolo. Pero no la dejamos pasar. Nosotros, los triperos, la vivimos. 24 años desde la última, era mucho tiempo. Movimos de todos los puntos del país. La caravana que salió del Bosque es digna de ser recordada y compartida con nuestros descendientes. 8481 kilómetros hizo el Lobo en esta competencia. Con un bolsillo flaco, con un gobierno anti pueblo y con un club también ajustado.
Miles y miles de corazones azules y blancos paralizaron la ciudad y mantuvo expectantes (demasiado) a los ajenos y extraños. Esos, sí, los que no queremos ser. Todos atentos a la definición.
Con una emoción absoluta se acompañó al Lobo, en todos lados. Miles de almas en el estadio Malvinas Argentinas agitaron como si las 24 horas previas hubiesen sido dormidas.
Un verdadero resurgimiento para nuestros sentimientos curtidos. Una venda y a salir a flote. Más allá del resultado, lo qué pasó ayer nos unió y mucho. Y por eso no la dejamos pasar un carajo, la disfrutamos, nos abrazamos y nos volvimos a mirar. Acá estamos, otra vez. Todos juntos
NdR. Lo que antecedió fueron palabras de un ser gimnasista, no traten de buscar una gota de periodismo en estas líneas.
Dejar una contestacion