
El Bosque volvió a estallar. Tras la durísima derrota ante Talleres, la bronca de los hinchas y socios se hizo sentir fuerte y clara: “¡Que se vayan todos!” fue el grito que retumbó en cada rincón del estadio.
No fue una noche más. La caída sobre la hora, el equipo sin reacción y la sensación de estar al borde del abismo encendieron la mecha. Los hinchas, agotados de ver siempre la misma película, descargaron toda su impotencia contra los dirigentes y el plantel.
Los cánticos apuntaron directamente a la Comisión Directiva y al presidente Mariano Cowen, principal blanco de los reclamos. La paciencia se agotó: el hincha tripero siente que el club no tiene rumbo y que los errores se repiten una y otra vez.
En la popular y en la platea, el mensaje fue unánime: el Lobo no puede seguir así. La gente pide cambios profundos, decisiones fuertes y compromiso real. Porque el descenso acecha y la identidad tripera no resiste más frustraciones.
Mientras tanto, el clásico ya aparece en el horizonte.
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