El Lobo de Maradona perdió 1-0 con Arsenal en el Juan Carmelo Zerillo. El rival golpeó de entrada y Gimnasia no dio pie con bola. Hundido en los promedios sin haber ganado un solo encuentro de local en lo que va de campeonato ya tiene que pensar en el próximo rival: Banfield.
El partido con Arsenal fue la estampa de lo sucedido en la última semana: caos, desinteligencias, desatenciones. Fueron días durísimos para el Lobo desde lo futbolístico con la salida de Diego Maradona y sus posteriores 48 horas a las deriva; y el papelón político que todavía sigue sin resolverse.
Así llegaba el equipo a un partido clave por la permanencia, habiendo trabajado la mitad de semana con los técnicos de reserva Leandro Martini y Mariano Messera, y la otra mitad con Maradona y su cuerpo técnico. Pero además, en cinco días hubo alrededor de cinco escenarios políticos posibles y caravanas de hinchas, de reclamo y de bienvenida. Todo eso en una semana.
A la atención y concentración debía sumarse la seguridad necesaria para salir con el pecho inflado y los dientes apretados a ganar en el Bosque, a meter miedo de locales, sin presiones externas; y sobre todo borrar de una vez por todas esa resignificación tonta de que las tribunas llenas de propios acobardan.
Muchos factores, más el rival: directo por la permanencia. Con Melluso de entrada quien volvía de una lesión y se metía por Guanini, como único cambio, el conjunto albiazul sumó preocupaciones porque solo a lo 3 minutos, llegó el gol de los de Sarandí en los pies de Juan García.
Fue un sablazo al medio del pecho para el equipo de Diego que se mostró muy flojo en el fondo, con desarenciones infantiles y una falta de comunicación de la zaga y laterales con Alexis Martin Arias. Pero además el medio y el ataque no daban pie con bola. Cuesta arriba con la mochila cargada con un resultado adverso de aproximadamente un millón de kilos.
En el complemento, de arranque los triperos se mostraron un poco más calmos y tiempistas, con el ingreso de Brahian Alemán se logró elevar mínimamente el nivel del conjunto pero no duró muchos minutos. El Lobo no lastimó, no supo cómo hacerlo y por momentos parecía no intentarlo, rozando la resignación.
Resignación que tiene el hincha y el socio, y que la arrastró toda la semana con la sensación de haber sido manoseados políticamente, con resultados que no se dan, con el más grande de todo el mundo como prenda y sin elecciones en pugna.
Ahora se viene Banfield, no hay tiempo que perder, porque los dos partidos que se dudan tienen que ser para Gimnasia.
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