Los pibes: el alma del equipo

PH: Fotografìas Braicovich

La actitud de los pibes es irreprochable y constituye hoy el alma y motor del equipo. Matías Melluso que tuvo su mejor partido, fue el punto más alto en el equipo del Indio Ortíz. El Monito Gómez puro corazón, Nico Ortíz debut y gol, Boni… otra vez. Todos nuestros. ¡Arriba los pibes!

Que a los pibes hay que llevarlos despacio, decían. ¡Qué sé yo! Los pibes son la fibra íntima del club, saben (y demostraron) qué es y qué necesita el Lobo. Lo mamaron, crecieron dentro de la institución y son la prueba cabal que si se quiere, se puede.

Sí, hay que cuidarlos, sin dudas. Pero, ¿por qué no apostar de lleno a ellos? Salieron a poner el pecho en el peor momento y respondieron de la mejor manera, colaborando con el equipo y sobreponiendo a Gimnasia por sobre todas las cosas. Ya lo había dicho Matí Melluso: “Tengo que devolverle al Club todo lo que me dio”. Y el pibe lo hace con creces.

Mellu debutó en Córdoba, ante Talleres. Un partido donde no se vía un vínculo activo dentro del campo de juego, donde la identidad tripera flotaba perdida vaya a saber un dónde. Un encuentro que dejó afuera a Facundo Sava. Así y todo, no se desmoronó y más aún, aumentó su compromiso y rendimiento.

Contra Newell´s fue su mejor partido y lo mejor del equipo. Colaborativo, firme en defensa y veloz para sumarse al ataque. Buena mara y seguridad para el juvenil categoría 98 quien ya ocupa, firme, el lateral izquierdo.

Matías Gómez no deja de sorprender al triperío que se enrojece las manos de tanto aplauso. Los tres partidos que le tocó jugar se destacó en juego, tripa, huevo y corazón. ¡Bien Monito!

Un punto aparte merece el debut de Nicolás Ortíz que se metió en lugar de Manuel Guanini quien había llegado a la quinta amarilla. El hijo del DT interino marcó su primer gol en primera y demostró por qué su padre decidió su inclusión en el once. “Se lo merece, nadie le regaló nada, se lo ganó solo”, dijo el Indio post partido.

Bonifacio también tuvo una actuación destacada, no sólo por el gol que selló el 2-0, sino por la actitud con la que entró, enchufado para lograr un derechazo inatajable.

Todo se contagia y de eso está siendo testigo Gimnasia. El Indio Ortíz refrescó al grupo, los dotó de una seguridad y un compromiso que va en alza y une los cimientos e individualidades en un todo. Pero los pibes ponen su parte y son un bálsamo que no conoce de fronteras.

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