En una situación que parece repetirse y ante la constante observación de los organismos de seguridad, Gimnasia volvió a demostrar que va mucho más allá de medidas absurdas y operaciones políticas. Los y las hinchas volvieron a copar la cancha, reventaron el estadio y ni la falta de instrumentos y banderas pudo frenar la fiesta y el aliento de la gente.
Durante el fin de semana se empezó a jugar la fecha 23 de la Liga Profesional y solo con observar algunos partidos, se puede concluir que la violencia está también presente en otros estadios que no son “sancionados” por APREVIDE. Son sobrados los ejemplos y quedaron a la vista de todos y todas.
El domingo Lanús visitó a Defensa y Justicia en Florencio Varela, el arquero granate Lautaro Morales fue impactado por un proyectil mientras atajaba y el partido continuó normalmente. El empate entre Vélez y Godoy Cruz en Liniers contó con el gol de Thomas Galdames quien, al festejarlo, recibió una lluvia de objetos de la tribuna. Un poco más atrás, San Lorenzo recibió a River en el Nuevo Gasómetro y el recibimiento tuvo bengalas y pirotecnia de todo tipo.
La intención de perjudicar a Gimnasia más allá de la ley es lo que no se puede seguir tolerando. La utilización de las fuerzas de seguridad para frenar al pueblo, con operativos enormes y una gran cantidad de efectivos en los alrededores, buscando asustar para mostrar una imagen totalmente diferente a lo que forma parte de nuestra esencia como triperos. Un club popular, para toda la familia y un sentimiento que no depende de ningún factor.
A poco menos de una semana para el partido frente a Boca, el trasfondo es político y se vienen muchos palos en la rueda para intentar mover la localía tripera al Estadio Único Diego Maradona.
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