En vos confío

Nuevos tiempos corren. Ha sucedido que un cambio dirigencial ha avenido y nosotros lo estamos percibiendo. Pero hay algo que sigue durante las generaciones, los años y los días: el aguante de esta gente. Un pueblo nacido para soportar grandes huracanes y para festejar borracho de emoción todas las conquistas que logra este bendito escudo. Banderas, camisetas y canciones expresan todo el amor y el calor que podemos transmitir a este movimiento popular que nos acompaña. Gimnasia.

Si uno se pone a reflexionar, ¿qué es Gimnasia? Gimnasia es una institución, claro. Tiene sus respectivas disciplinas deportivas y su rol social ciudadano. Sin embargo, una institución sin gente es una cáscara vacía. El marco institucional es meramente una estructura que enmarca cómo triperos y triperas hemos encontrado un motivo para mantenernos cerca, el uno del otro. Una religión. Porque no importan los resultados, yo soy de Gimnasia. «Es como darle un abrazo a tu vieja». Difícilmente se pueda definir mejor este sentimiento.

Cada pueblo tiene su característica, no somos todos iguales. Nosotros somos el costado popular de esta ciudad. No nos hallarán sentados en una platea de un estadio que no es nuestro, viendo un partido como si estuviéramos en el teatro. Nosotros nos plantamos en la Néstor Basile y vivimos el partido casi parados, festejando, protestando, pidiendo, gritando y saltando. No hay nada si no expresamos la pasión con todo nuestro espíritu, desde lo más profundo de nuestro ser. Y un terremoto luego de nuestro estallido de gol volverá a tronar algún día, no hay dudas. Como aquella vez. El suelo sentirá nuevamente nuestro alarido, temblando ante ese momento divino.

Si hay algo que un pueblo debe tener es identidad, y nuestro Bosque es fiel reflejo de lo nuestro. Quién no ha tenido el profundo placer de encontrarse sólo frente a las gradas, en una tarde en la que no haya partido, para notar cómo sigue vibrando la presencia de cada gimnasista. Cómo se mantiene la energía de muchas situaciones vividas allí, con tanta gente bregando por un mismo motivo, tan diversa y tan hermanada entre sí. Y de qué manera la emoción nos gana -emergiendo la piel de gallina- al entrar al mismísimo verde césped; viendo esa inmensidad finita. Tocando el pasto como si éste a uno le respondiera con imágenes en la cabeza, de años anteriores, en partidos e instancias en las que uno siempre estuvo. Acompañando, más allá de que nos fuera bien o mal. Tanto tiempo; tanto amor.

Una armadura blanca con una franja azul en el pecho nos representa. Con ella me quedo, aunque un desconocido lo vea ridículo. La tomo entre mis brazos y me duermo con ella, olvidándome de todo, todo lo demás. En vos confío, digo. Ése es nuestro hogar.

Foto: @GimnasiaSocial.

Sé el primero en comentar

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.


*