Nueve años después de haber vuelto al Bosque, los vecinos hicieron su jugada para lavarse la cara tras días bochornosos y tiraron la pelota mediática para este lado: pidieron jugar la última fecha en 60 y 118. Cientos de triperos se autoconvocaron en la sede de calle 4 y la CD, encabezada por Gabriel Pellegrino, escuchó el reclamo y anunció que el Juan Carmelo NO se alquilará a los vecinos.
Qué importante es la casa de uno. Cuán trascendente es para la historia de cada persona el hogar y la familia, la cuna de sus valores, donde su identidad de erigió y forjó. Para el Lobo su casa es el Bosque. Es ahí donde los Triperos nos encontramos para compartir los sentimientos comunes que nos habitan por el sólo hecho de pertenecer. El sentimiento de pertenencia a la familia gimnasista que nos infla el pecho de orgullo.
Ahí, en 60 y 118, cada Tripero talló su historia, creció y conoció valores, sentimientos y códigos. Amor y amistad pasaron por el Estadio. Risas, llantos, abrazos e insultos. En “el Zerillo” miles de corazones azules latieron de emoción y se abrazaron junto a otros miles simplemente por ser, nada más y nada menos que por estar.
Otra vez la misma fecha pero con 9 años de distancia. Sí, lo que pasa es que exactamente el 21 de junio pero de 2008, Gimnasia regresaba al Bosque. ¡Ay Lobo, cuántas veces te quisieron desterrar! Pero si sabrá de remar, Gimnasia. La bandera, que allá por los 90 enarbolaba Néstor Basile, nunca dejó de flamear en lo más alto del club, en lo más alto de los valores triperos y sostenida por todo corazón azul y blanco. El 21 de junio Gimnasia volvió, después de dos años y medio, a su casa. El Juan Carmelo estuvo de fiesta a pesar de haber perdido 2 a 1 con Lanús.
Ayer, 21 de junio debió ser una fecha para recordar con alegría y orgullo. Desde aquel entonces el Bosque crece, el Bosque se construye, el Bosque se prepara -con la siempre ayuda incondicional de hinchas, socios, filiales- a recibir cada evento. Pero los vecinos intentaron “arruinar” la conmemoración y presentaron una carta solicitando el alquiler del estadio Juan Carmelo Zerillo para hacer de local en la última fecha. Cerca del mediodía, el Presidente de Gimnasia, Gabriel Pellegrino, dio a entender en una radio deportiva de la ciudad que la respuesta a los de rojo y blanco sería positiva.
Y el triperío no tardó en hacerse escuchar: “que sí, hay que alquilar porque necesitamos la plata”, “que no, porque la última vez rompieron butacas, pintaron paredes e hicieron destrozos”. La Subcomisión del Hincha, el Grupo Vamos Gimnasia y demás filiales expresaron su descontento por medio de comunicados en sus páginas y redes sociales. Socios e hinchas se autoconvocaron a las seis de la tarde en la sede de calle 4 a exigir que la Comisión Directiva reviera su postura y no tranzara con el clásico rival.
Cientos de personas se acercaron y vistieron la sede de azul y blanco. “El Bosque es del Lobo, no hay nada que pensar”, cantaban haciendo referencia a las dos horas que llevaba la Comisión Directiva reunida. Pasadas las 20, los dirigentes, encabezados por Gabriel Pellegrino comunicaron la decisión final: el Bosque NO se alquila.
Lo cierto es que los vecinos hicieron su jugada: patear la pelota mediática para este lado. Son mala leche, lo sabemos, pero no ingenuos. Después de la semana bochornosa que pasaron, nos tocaba a nosotros ser el centro de la escena. Y claro, Gimnasia está inserto en un concurso de acreedores, el Lobo necesita ingresos. Sí, ellos lo saben, les vino al pelo. De ahí las dudas de la dirigencia. Sobre todo después de haber firmado un “Compromiso de No violencia” entre ambos clubes el mes pasado.
El dinero no alcanzaba ni para pagar la luz del estadio. El ingreso se genera con gestión, con aporte de socios, NO doblegando convicciones. Ninguno de nosotros quiere ver desplegada una bandera roja y blanca sobre la Centenario, en lugar del trapo “La banda del Loco Fierro”; mucho menos sobre la Néstor Basile; nadie quiere escuchar otras voces; el Bosque no quiere oír su falsa melodía, sentir su mística mentirosa, ni ser habitado por almas frías espectadoras. El Bosque no lo quiere. Y por eso el tripero no lo permitió.
Por nuestra casa lucharon generaciones enteras, al Bosque se lo defendió y cuidó a pesar de los embates que, siempre, sufrió. El Bosque siempre estuvo de pie, fuerte y rozagante, gracias a su gente que estuvo para custodiarlo y para que nadie fuera capaz de vaciarlo. El Bosque jamás estuvo solo. El Bosque es para todo Tripero su lugar en el mundo, el lugar más glorioso de todos, donde se encuentra consigo mismo, donde se encuentra con otro igual, con sus otros iguales.
Ese mismo Bosque que fue pisoteado y criticado por su “inseguridad”, por su “estructura frágil”, “precaria luminaria”, por su capacidad. Ese Bosque hoy fue pretendido por el vecino que se ríe socarronamente, pero envidia profundamente la pasión desmedida basurera, la lucha inclaudicable por lo que se cree sagrado, por la identidad y el espíritu gimnasista que se retempla cada día. No lo entenderán porque comulgan con otras realidades.
El club es de los socios, la Comisión Directiva escuchó el reclamo y modificó su decisión, naturalmente. Si el socio está disconforme, no se avanza. Así tiene que funcionar y así sucedió. Las convicciones no se doblegan. “¿Para tanto?”, decían por allí. “¿No estarán exagerando?”. No. La dignidad tripera no se negocia. Las luchas no se abandonan, se reivindican y resurgen a diario. Costó volver. Intentan por doquier torcer la defensa más pura y sagrada del templo de 60 y 118, pero por “El Ronco”, por los miles y miles de socios que caminaron y caminan esta historia de lucha por el máximo valor del club, el Lobo seguirá, guapo, rodeando el Juan Carmelo para que nunca nadie le falte el respeto. Porque el Bosque es sagrado, y en el Bosque sólo juega el Lobo.
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