
Con un gol y una asistencia en Mendoza, el delantero nacido en Bolívar fue clave en la victoria del Lobo ante Godoy Cruz y se ganó un lugar en el equipo de Orfila.
Gimnasia se impuso frente a Godoy Cruz por 2–1 en Mendoza y logró su segundo triunfo de forma consecutiva. Con autoridad, compromiso e inteligencia, los dirigidos por Alejandro Orfila sacaron chapa ante el Tomba y se traen a La Plata tres puntos importantísimos para escapar de la zona baja y empezar a ilusionarse con la clasificación a alguna copa internacional el año próximo. Apenas tres minutos bastaron para que Manuel Panaro y Marcelo Torres pusieran en ventaja al Lobo en el marcador.
Sin dejar pasar por alto los errores propios del rival y el mal momento futbolístico que atraviesa, lo planeado por Orfila en la previa salió tal cual lo previsto. Con el impulso de jugar de local y sumar metros en campo tripero, los de Mendoza dejaban muchos espacios en el fondo, y esto le dio protagonismo a los extremos, entre ellos Manuel Panaro. El nacido en San Carlos de Bolívar pudo exprimir al máximo sus habilidades y, además de anotar su primer gol en Primera División, fue la figura del Lobo.
Con algunos minutos disputados en Reserva, el ex Aldosivi se impuso por sobre los refuerzos y, partido tras partido, le demuestra al entrenador que tiene con qué ganarse su consideración. Ante Independiente en el Bosque había mostrado una gran imagen, y este jueves terminó de concretarlo con el gol. De las tierras de Ignacio Miramón y Alan Lescano, Manu Panaro también quiere meterse en el corazón de los hinchas y, por ahora, está en buen camino.
Con el envión anímico de una actuación consagratoria, Panaro se perfila como una de las grandes apariciones de este nuevo ciclo. Su crecimiento individual refleja también el momento del equipo, que encontró solidez, compromiso colectivo y respuestas en nombres que hasta hace poco eran una incógnita. Gimnasia volvió a sumar de a tres y, más allá del alivio en la tabla, empieza a construir algo más profundo: una identidad clara, confianza en su idea y una base de jugadores jóvenes que pueden proyectar al club hacia un horizonte más ambicioso. En Mendoza, el Lobo ganó algo más que un partido: ganó en convicción.
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