Después de 24 años Gimnasia jugará otra final en un torneo nacional. Muchos años de lucha de un club que se merece todo. Por eso desbordamos de alegría por ganarle a River en Mar del Plata y haber logrado la clasificación en Copa Argentina. No es poco, pero vamos por más, Lobo.
Lloramos. Éramos muchos. Cientos. Miles, los que llegamos a Mar del Plata con la ilusión renovada. Y si, es que cada tanto los triperos hacemos un cambio de aceite a nuestras esperanzas y salimos a la cancha con eso.
Esa llama -pequeña, por cierto- estaba encendida en cada uno de nosotros. O así preferimos mantenerla. “En realidad siempre está”, puede objetarse. Claro, pero esta vez se sintió más real. Más que una sensación. Nadie lo dijo, más vale. ¿Qué íbamos a decir? ¿Qué pensábamos que con un equipo que todavía se está armando le íbamos a ganar a uno de los mejores equipos de Sudamérica? ¿Que después de tres derrotas consecutivas en el torneo donde tenemos la obligación de ganar, íbamos a hacerle frente al River finalista de la Copa Libertadores? ¿Que creemos que bancar los trapos, los cachetazos del destino deportivo, que sostenemos fervientemente en que si alentamos en las tribunas -tarde o temprano- se dará el contagio sobre las cualidades futbolísticas del equipo? ¿Que sabemos que a veces unos miles en la Sur del Minella pueden más que Nacho, Palacios, Pity y Pratto?
Y… no. A esta altura no. Y no porque uno crea perdida esa esgrima dialéctica, sino porque simplemente entendió que pensamos y sentimos distinto, y no hay ganas de lograr convencimiento. Punto.
Lloramos. ¿Cuánto hace que no estábamos tan cerca? Más bien, ¿cuánto hace que esperamos una alegría cómo esta? Unos cuantos largos meses. Quizá años. Si, años. El Lobo venció al River de Gallardo (ese que vino con todas sus figuritas) y pasó a la final de Copa Argentina. Más allá de lo que suceda el jueves que viene con Rosario Central, lo de anoche en Mar del Plata fue de película
Con diez estuvimos unos minutos. Es que, a los 39 del primer tiempo Bonifacio fue expulsado por doble amonestación. Lógico que la clasificación ayudó a que no estemos todos acordándonos de Boni ahora.
A los cinco de la segunda parte. Codazo de Pinola a Coronel dentro del área. Con el partido 2 a 1 a favor de River. Tello expulsó al defensor millonario, pero no cobrò penal. Insólito. El árbitro se excusó al decir que la falta fue cometida un segundo después de que la pelota entrara en movimiento. “Ojo de VAR”, dijeron algunos.
A los 30 minutos del primer tiempo, gol de Gonzalo Martínez. A los 33, Lorenzo Faravelli y el 1 a 1. Apenas a los dos minutos del complemento, cachetazo de los de Gallardo. Lucas Pratto pone el 2 a 1. Pero Gimnasia no se quedó atrás y puso todo el huevo acumulado en los últimos partidos y al cuarto de hora, el Tanque Silva marcó el empate. Faltaban 30 minutos por delante y el Lobo se armó de guapeza para bancar el resultado y, ¿por qué no sacar ventaja?
Ellos son buenos. Nosotros pusimos todo. El equilibrio derivó en los penales en los que Gimnasia logró superar a su rival por 5 a 4. Delirio absoluto en el Minella. Emoción, recuerdos e ilusión renovada.
Lloramos, es cierto. Pero de orgullo y alegría por pertenecer a este pueblo hermoso, luchador e insistente. Vamos Lobo, festejemos que lo tenemos merecido.
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