Nicolás Ortíz concentrará por primera vez con el plantel profesional. La suspensión de Mauricio Romero le abrió las puertas al juvenil que llegaba pidiendo pista en reserva. Es profesional desde 2015 y tuvo un paso por Estudiantes de San Luis.
En 1989, llegó al Club Gimnasia y Esgrima La Plata, proveniente de Godoy Cruz Antonio Tomba, Darío Ortíz. Central. Rústico. Fuerte en la marca, mejor en el juego aéreo. Difícil de pasar en el mano a mano. El Indio, campeón con El Lobo en la Copa Centenario de 1994, pasó casi siete años en la institución como jugador, pero también trabajó como Director Técnico en la primera división, pero más y mejor, como formador. Dirigió en distintas oportunidades, categorías de las divisiones inferiores triperas.
Su hijo, El Indiecito, llegó en 2008 a la, por entonces, pre novena Mens Sana. Sí, otro fruto del Bosquesito. Desde infantiles vistió la Azul y Blanca. Pasó la novena, octava, séptima, así hasta llegar a la cuarta. Siete años después, en 2015, Nicolás Ortiz firmó su primer contrato con Gimnasia, sin embargo, no tuvo la oportunidad siquiera de concentrar.
Ante la imposibilidad de sumar minutos en la primera, Ortíz hijo pasó a Estudiantes de San Luis a préstamos por una temporada y media. En la búsqueda de minutos, tuvo que jugar en un equipo de la B Nacional. La humildad que caracterizó al padre, también la tenía el hijo, que luego de finalizar su contrato en el norte del país retornó a Gimnasia.
Pese a ser jugador profesional, con contrato vigente, el Cuerpo Técnico encabezado por Gustavo Alfaro decidió que jugadores como él o Juan Pablo Pocholo, Nicolás Benavidez, Emanuel Olivera, por ejemplo, entrenen con reserva, quedando casi marginados de alguna posibilidad en la máxima categoría.
El jugador de 21 años, junto con Eric Ramirez, por su buen rendimiento comenzó a subir en distintas oportunidades a realizar fútbol con primera división. La suspensión de Mauricio Romero (quinta amarilla), sumado a la lesión de Sebastián Gorga (Fractura del quinto metatarsiano) le abrió la puerta de concentrar por primera vez, en el club que el padre tocó el cielo con las manos. El Indiecito, de la mano de Messera y Martini ocupará un lugar en el banco de suplentes ¡VAMOS VAMOS LOS PIBES!
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