Gimnasia cayó por penales contra Rosario Central en Mendoza luego de igualar 1-1 en los 90 minutos. Una multitud tripera colmó las calles de Mendoza desde las primeras horas del jueves, y el Estadio Malvinas Argentinas. Fue una fiesta y el equipo jugó la final con el carácter que requería. Pedro, un grande.
Estamos tristes. ¡Y más vale! LÓGICAMENTE la ilusión era (es) enorme y así quedó demostrado con la paralización de la ciudad de La Plata, y con Mendoza totalmente sitiada. En la Patagonia, el norte del país, el exterior y muchos lugares más donde cientos de triperos desperdigados por el mundo pusieron pausa en sus vidas.
No hay que caretearla. El dolor es muy grande. Como que a medida que uno avanza en la vida los golpes duelen más. ¿Saben por qué? Porque amamos cada día más lo que somos, porque deseamos fervientemente festejar unidos, porque añoramos la consagración.
Lo de ayer ya no corría por nuestra cuenta. Los penales, está claro, son una cuestión de azar. Muchos factores aleatorios: fortuna, riesgo e incontables eventualidades. El tema acá es que no tenemos con quien enojarnos, y eso es más que satisfactorio en el fondo. Significa que lo que estaba a nuestro alcance lo hicimos (con creces). Pese a la crisis económica argentina que empieza y termina golpeandonos más a nosotros, los de abajo, agotamos entradas, metimos una caravana emocionante que explotó las rutas, pusimos nuestros colores y nuestra maravillosa música en la tribuna del Malvinas Argentinas (y ni qué hablar de la previa). ¿Y la cantidad de triperos que no pudieron viajar con sus mensajes de aliento por todas las redes sociales? ¿Los mensajes de apoyo de cada ser querido como si uno fuera el que se metía en la cancha?
No. Nada que reprocharnos.
El equipo jugó la final como había que jugarla, asumiendo el rol que siempre pedimos: entrega, guapeza y dientes apretados en situaciones determinantes. El Lobo no se achicó. Su comandante, GRAN comandante -tan Tripero como todos-, fue fundamental para llegar a la final.
A ver, el fútbol es fútbol pero también es suerte o, quizá, por qué no, simpatía del de arriba. Así llegamos a la final, por un plus, algo más allá de lo futbolístico. Gimnasia TODO, fue logrando las clasificaciones.
Ayer se dejó todo, la energía fue tan exorbitante como para sentirnos orgullosos de ser triperos, como para resurgir, una vez más. Así somos y sabemos cómo salir adelante. Nuestra gloria es ésta y el rédito futbolístico ya vendrá, mientras llega, mantengamos este fervor que así será más fácil. Todos juntos.
Ahora bien, que a nosotros NADIE se atreva a decirnos nada porque para hablar de Gimnasia hay que sentirlo, vivirlo y caminarlo. Viajarlo 8.481 kilómetros con tal de estar juntos y apoyar. No creo (estoy segura) que sean muchos los que puedan vanagloriarse de eso. Muy pocos son los que tienen el privilegio de ser parte de un colectivo absolutamente pasional y con un vínculo tan estrecho como el pueblo gimnasista.
El Lobo no pudo llevarse la copa, pero si de algo estamos seguros es de que estamos del lado correcto de la vida. Si, de la vida, porque esto va más allá. Nosotros lo sabemos. Así que, con la cabeza en alto Tripero, porque y dentro y fuera de la cancha dimos todo aun esquivando dificultades.
Terminó el partido y cada uno de nosotros se quedó con la mirada perdida, con lágrimas en los ojos, bronca, pero con un amor inmenso por el otro. Ese, el que estaba al lado nuestro. Tripero o tripera, guacho o viejo. Capaz nunca lo vimos antes, pero cruzamos miradas, nos abrazamos sumidos en una profunda tristeza. Pero saludamls a nuestro equipo, a nuestro Pedro, el grande, y nos retiramos. Con la frente en alto. Todos juntos. Los y las triperas que, en definitiva es lo mejor que tenemos. Lo demás, ya llegará.
¡Arriba Lobo!
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