En otra tarde que parecía ser oscura, Gimnasia encontró en el banco de suplentes una carta impensada. Un jugador de 19 años, que venía de ser campeón del mundo con la Sub20 de Uruguay, pero que jamás se había puesto la camiseta del Lobo. Un poco inconsciente del presente del equipo, entró y con total caradurez, encaró para adelante y cambio totalmente el trámite del partido.
Cómo un loops de situaciones que se venían sufriendo hace semanas, el equipo arrancó con el pie izquierdo y lejos del nivel esperado por los hinchas. Vélez logró llegar a la ventaja y sumergió al Bosque en un estado de nerviosismo permanente, murmullos al momento que un futbolista perdía la pelota y silbidos al finalizar el primer tiempo.
Un entretiempo que sirvió para patear el tablero, y replantearse los fallos que provocaron los ataques del elenco de Liniers. Leonardo Madelón metió un cambio y desde el comienzo del segundo tiempo, la energía fue otra. Con Matías Abaldo en cancha, el ataque tuvo otra cara y su velocidad ayudó a concretar las llegadas al arco.
El uruguayo cambió todo. Desde la primera pelota que tocó, supo hacer de sus participaciones, jugadas concretas e influyó en los dos goles del Lobo. Asistiendo a Cristian Tarragona en un centro milimétrico para que empuje la pelota en el área chica y convirtiendo, después de un pase de Agustín Bolívar, amargarle al arquero y anotar con el arco libre.
Gimnasia salió al mercado de pases a buscar refuerzos, para pelear la Copa de la Liga, a su vez fue analizando diferentes ofrecimientos y el de Matías Abaldo fue una apuesta que, a prior salió bien. Al ratito de haber pisado el campo de juego, captó la mirada de muchos y con tan solo 19 años, su carrera futbolística, está apenas comenzando.
Dejar una contestacion