
Gimnasia, sin alma, quedó eliminado en los 32 vos de final de la Copa Argentina en manos de Defensores de Villa Ramallo. Saucedo el único gol del partido.
Gimnasia y Esgrima La Plata – Defensores de Villa Ramallo. 32vos de final de la Copa Argentina. A priori, un partido más que ganable, frente a un equipo del Federal A, que había jugado hacía menos de 72 horas. Sin embargo, el fútbol es uno de los pocos deportes donde un equipo chico con determinadas tácticas o estrategias puede doblar al grande.
El Lobo tenía la obligación de pasar de ronda pero pareció una mochila muy pesada para los dirigidos por Martini y Messera que, por momentos, se arrastraron por el Florencio Sola. Enfrente, los Granates, a puro sacrificio batallaron en cada sector del campo de juego.
En todo momento Gimnasia dominó el balón pero sin llevarle peligro al arquero rival. A los 25′, Nicolás Ibáñez tuvo la única jugada de riesgo en la primera etapa. Tras un cambio de frente de Alemán, definió cruzado pero se fue rozando el palo izquierdo. Sin pena ni gloria se fue el primer tiempo. 0-0.
En el descanso, Martini metió mano en el equipo. Manuel Guanini por Mauricio Romero, lesionado (ver aparte), y Franco Niell por Eric Ramírez.
El complemento pareció comenzar alentador para Gimnasia. 2′ del segundo tiempo, Daniel Imperiale estrelló la pelota en el palo. No quería entrar, no quiso entrar. Un minuto después, Ponce se retiró del campo expulsado por un codazo al 24 Mens Sana. A pesar del hombre de más, el tripero nunca pudo generar situaciones claras. No marcó la diferencia de categoría. No demostró la brecha enorme en presupuestos en contratos de profesionales de ambas instituciones. No quiso ganar el partido.
A falta de 10′, Saucedo, sólo en la puerta del área, mientras la defensa Mens Sana miraba, clavó la pelota en el ángulo de Alexis Martín Arias. 0-1. Si antes no había ideas en la generación de juego, si costaba generar peligro, si todo ¿y ahora? Los diez minutos pasaron volando. Gimnasia no hizo más que patear desde lejos al arco o centros a la cabeza de los defensores. Se consumó un nuevo papelón histórico.
Al finalizar el encuentro, ningún profesional quiso hablar con la prensa. De hecho se retiraron por la parte de atrás del vestuario, no sólo habiendo caído ante un equipo de menor jerarquía, sino tampoco dando la cara tras la derrota.
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