Gimnasia le ganó 2 a 1 a Colón en Santa Fe con goles de Nicolás Ibáñez. Sepultó así, en el Cementerio de los elefantes, la racha negativa de cinco derrotas consecutivas, el sabor amargo que dejó la salida del ex DT y la mufa del goleador que, de nuevo en su posición, volvió a marcar para dar vuelta un resultado adverso. ¡Así sí, Lobo!
¡Y el Lobo volvió a ganar, viejo! Necesitaba imperiosamente volver al triunfo. Atrás quedaron Rosario, San Lorenzo, Racing, Estudiantes, River, Ponte Preta y Alfaro. Atrás quedó la mala racha, Gimnasia demostró tener ideas y actitud basurera en lo que fue una verdadera muestra de conducta de los dirigidos por la dupla Martini-Messera. Desde el vamos el planteo ofensivo tenía el guiño de todo el pueblo gimnasista que, sólo por el hecho de ver a Ibáñez y Ramírez en sus posiciones naturales, enardecía de esperanzas.
Pero enfrente estaba uno de los protagonistas más atractivos del campeonato: Colón de Santa Fe que, si bien había perdido el invicto frente al necesitado Temperley, era el claro favorito del encuentro. Pero el Lobo la guapeó, mostró sus garras y jugó su mejor carta: trató de explotar al máximo cada posición. Falta, claramente, pero es el camino y está marcado por los DTs.
El Lobo con un marcado 4-4-2 arrancó mejor que el local parado en su conocido 4-3-1-2 y con el regreso de dos pilares fundamentales: “Viruta” Vera y Facundo Pereyra. Gimnasia tuvo espacios que el rival dejó libres para que, Licht a los 2 minutos encarara con un centro al área de Broun y Alemán avisara con una chilena incómoda que terminó con la pelota arriba del arco.
En los primeros minutos se vio un Lobo bien ofensivo y encarador, en los pies de Bonifacio por la banda derecha, por el juego solidario y al ras del piso de Fito y por el empuje de Chirola. Gimnasia intentó desde afuera del área con su capitán a los 10 del PT, con Ibáñez a los 19´ y con el atrevimiento del pibe Ramírez (que llegó a Primera para quedarse) todo el partido.
Daba la impresión que si el Lobo no embocaba lo haría el local. Los triperos llegaban bien hasta ¾ de cancha pero faltaba la definición. Colón no encontraba el rumbo de su juego, impreciso y sin muchas inquietudes para Alexis. Pero la definición que le faltaba a uno, la tenía el otro. El sabalero tuvo dos llegadas en el PT: una a los 23 en los pies de Pereyra que pegó en el palo y otra, a los 31 en la que, ante un error en la salida de Coronel, Ivan Torres convierte el primero gol del partido.
Si no metía, le metían. Así fue. Y ahí el Lobo decayó y comenzó a tener una actuación previsible y con desorden en la defensa. El Lobo atacaba, empujaba, pero no definía, ni defendía con solidez. Así se fue el primer tiempo.
Al segundo tiempo Colon salió, lógicamente, más tranquilo con un gol en su haber. Gimnasia con unos metros más atrás, para dar rigidez a la defensa, buscaba el partido con remates fallidos de Alemán en los primeros minutos y con Fito como conductor. De a poco el Lobo fue saliendo y a los 15´ del segundo tiempo llegó el tan esperado gol de Nicolás Ibáñez, tan ansiado grito tripero que desde su visita al Gigante de Arroyito no resonaba.
Y ahí Colón empezó a desesperarse y se desinfló. No volvió a encontrar el hilo del partido, no conectó ideas, no generó juego. Subestimó demasiado a un Gimnasia que se le vino encima. Con el ingreso de Imperiale por Bonifacio el partido tuvo más despliegue y terminó por replegar al local en su campo. Y, así como Colón aprovechó el error de Coronel para marcar el 1 a 0, Ibáñez -en su posición natural, estuvo donde tuvo que estar cuando Broun salió jugando (mal) entre los centrales y dejó el arco solo. A los 30, Nico, atento, la mandó a guardar y dio vuelta el partido. Devolución de gentilezas.
La entrada de Perdomo le dio contención al medio campo y la de Contin mucho peso ofensivo. Se trató de una señal clara del cuerpo técnico: se iba por más, siempre para adelante. Después del segundo gol del Lobo, Colón iba por inercia y sin mucha claridad. A los 46´, a los 47´, a los 49´ y 50´, el sabalero se acercó con Bernardi y Clemente, pero sólo sirvió para destacar, una vez más, la jerarquía del Uno tripero. Colón no pudo con un Lobo seguro, con juego y trabajo en equipo.
El Lobo demostró que si quiere puede, que tiene carácter, que está marcando una identidad y que posee germen azul y blanco. Messera y Martini saben de qué se trata, entienden qué necesita el equipo: un esquema claramente ofensivo y explotar al máximo a los jugadores y que cada uno se sienta cómodo. ¿Cómo? Jugando en su posición. Ahora se viene Banfield y el Lobo lo esperará agrandado en el Bosque rodeado de festejos por sus 130 años y con la seguridad de haber dejado enterrado en el Cementerio de los Elefantes toda la mala racha. A seguir por este camino.
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