Una vez terminada la fatídica definición por penales en Salta contra San Lorenzo, y entre lágrimas abrazados con amigos, ansié con devoción que llegara este día; me imaginé la caravana hacía donde el Lobo jugara.
Como siempre, ¡porque nosotros sí estamos solos contra todos!, no como los otros de la ciudad. Nos mandan a jugar a cientos de kilómetros de La Plata, pero qué carajo le importa al tripero…
Quizás era chico, pero no así algunos de mi familia, que como toda tripera no faltan aquellas reuniones en las que se dicen anécdotas sobre el querido Lobo.
Y un día como hoy, cómo omitir lo que se vivió el 30 de enero de 1993. Cuando Gimnasia jugaba la final de la Copa Centenario contra River Plate en el Bosque encantado, y esa tarde los triperos tocamos el cielo levantando el trofeo, tras la paliza 3a1 con goles del uruguayo Guerra, el Moncho Fernández y el Mellizo B.Schelotto.
Mi abuelo recordaba, los abrazos en las colmadas tribunas del bosque tras el pitazo final de Castrilli, quizás ni se conocía con el otro pero había que compartir aquella felicidad con algún hermano de sangre azul y blanca.
Aquella tarde/noche copamos todos los puntos de la ciudad con los festejos y aquel equipo de Carlos Ramaciotti y Edgardo Sbrissa (hasta la semifinal con Belgrano) y Roberto Perfumo quedaba en la historia para siempre de la institución.
Hoy puede ser uno de esos días, en donde puedan comenzar a escribir una otra página dorada para el club, eso será responsabilidad de todos, de los Alfaro, de los Licht, de Los Oreja, de Vegetti, todos unidos por una causa, de obtener la gloria…
Entren a la cancha muchachos y vistanse de Lavallén, de Sanguinetti, del Flaco Morant, de Ortíz, de Dopazo, del Moncho, del Chaucha Bianco, de Pablito Talarico, de los Mellizos Barros Schelotto, del uruguayo Guerra
Por Nicolás Martins @NicolassMartins
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