Claro que una victoria hubiera modificado todo. Las sensaciones, el gustito en la ciudad. Pero no ha sido así y hemos sido vencidos. ¿Y ahora? Se ha ido el director técnico de fútbol y al triperío le circula interiormente una incertidumbre acerca de quién será el nuevo nombre. Pero. Un gran «pero» nuevamente se destaca en mis palabras y en mis pensamientos. ¿Por qué? ¿Por qué ha sucedido esto? ¿Fue realmente porque Alfaro no puso a Oreja de 4 y a Licht de marcador izquierdo? ¿Fue por ausencia de Faravelli y la presencia de un Ibáñez sumamente tibio? No creo que pueda cometer esa ingenuidad; allí entonces clavo la bandera de mi análisis.
El gran condicionante que debemos establecer es el siguiente: contra quién jugamos. Más allá de la enorme rivalidad que tenemos con el otro club, hay una diferencia sustancial que radica en años de buenas gestiones dirigenciales de su lado, mientras del nuestro hemos visto barbaridades (por ser bueno con la palabra «barbaridades»). No fue casualidad perder con Rosario Central, San Lorenzo y Racing, tampoco. Hay diferencias de jerarquía claras en la comparación de los planteles, y en la historia de las generaciones de juego de los equipos que mencioné.
Entonces, si bien hemos llegado hasta una instancia deportiva destacable, no alcanza. ¿Cómo dar el salto? Claro que a uno se le viene a la cabeza un ejemplo de institución como es Lanús, en estos momentos. Orden dirigencial, proyecto en inferiores, unidad política y una masa societaria conforme. Se fue Alfaro, sí. Es tiempo, así, para la comisión de destacar que es su momento ahora. El técnico que se fue correspondía a la gestión anterior. En este momento hay que aprovechar para que el más chico y el más grande de los futbolistas del club tengan la misma idea de juego. Y eso se da a partir de la formación, el trabajo, el esfuerzo y la dedicación en perspectiva de un proyecto unificado, a nivel club.
Bendito sea el técnico que llegue, pero que a futuro realmente pueda dirigir cualquiera. Que el técnico sea uno más. Que las inferiores sean una fábrica de jugadores de calidad y que el sistema hable por sí solo. Las crisis golpean; pero siempre, en la vida, generan oportunidades. Tomemos la nuestra. Hagamos historia. Seamos el gran club. Podemos lograrlo a partir de la buena intención personal y de la capacidad para tomar un objetivo y llevarlo a cabo. Corrijamos nosotros mismos los andariveles de nuestra propia institución porque de hecho nosotros somos la institución misma. Por un Gimnasia grande y positivo, arriba siempre. Arriba Gimnasia. Arriba, nomás.
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