¿Es casualidad que Sebastián Ariel Romero cumpla años el mismo día que el Juan Carmelo Zerillo? El 27 del abril de 1924 se jugaba el primer partido oficial en el Templo Mens Sana. Cincuenta y tres años más tarde, en Berisso, nacía uno de los hijos pródigos triperos. Dos símbolos gimnasistas. Dos baluartes albiazules. El Bosque es Gimnasia, Chirola es Gimnasia.
«Agradecido a mi viejo porque me hizo hincha de este club», declaró Chirola, tras vencer 3-0 a Atlético Rafaela en el Templo. El Juan Carmelo fue sede de una nueva hazaña Azul y Blanca. El 17, luego de que Franco Niell mandó de palomita la pelota al fondo del red, se colgó del alambrado de la calle 60 y se abrazó con los socios triperos. Un acto puro de alguien que vive y siente Gimnasia como hincha, porque sí, ¡ÉL ES HINCHA, ÉL ES SOCIO, ÉL ES GIMNASIA!
Parece que fue ayer aquel 10 de diciembre de 1996. Parece que fue ayer aquel partido en el Bosque. Parece que fue ayer aquel encuentro frente a Lanús. Parece que fue ayer aquel minuto 27 del segundo tiempo, cuando Sebastián Romero, por primera vez se paró frente a la linea lateral, y tras las indicaciones de Carlos Timoteo Griguol, reemplazó a Gustavo Dueñas. Pero no, el pasado 10 de diciembre se cumplieron 20 (veinte) años de su debut en primera. Otra vez, el Bosque (¿Donde sino?) lo vio jugar. Lo vio correr. Lo vio vestir la azul y blanca.
En los casi 130 años del club han pasado cientos de jugadores pero muy pocos se metieron en el corazón tripero. Desde hace años que en una de las ochavas de la Tribuna Centenario se luce una bandera con un lema: Chirola es Gimnasia. Ese mismo trapo , lo vio regresar a la institución el 25 de julio de 2008. Cuando el club se hundía en los promedios y necesitaba de sus históricos, y él vino a ponerle el pecho. Ese trapo vio como después de tanto sufrimiento, la alegría fue aún mayor, tras coronar la permanencia en primera. Ese trapo vio como por dirigencias inoperantes que le dieron la llave del club a técnicos que no eran del riñón del club, e hicieron que los referentes, los que dejaron todo por la camiseta, se fueran por la parte de atrás.
Como no podía ser de otra manera, Chiro volvió a la institución que lo vio nacer para jugar sus últimos años de carrera. Cumplió los 20 pero no se conformó. Va por los 21. Juega con amigos como si estuviera en su casa, porque el Bosque es su casa, y el Bochi, Lobos, Oreja, Rinaudo… son sus amigos.
¡No te retires nunca Chiro, ojalá seas eterno!
Felices 39… La leyenda continua.
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