
Con tiempo de trabajo y margen para imponer su idea, el entrenador sabe que no alcanza solo con lo táctico: deberá apoyarse en el plantel actual, potenciar a los pibes de inferiores y, sobre todo, contar con el liderazgo de los referentes para darle identidad y fortaleza a un grupo que necesita volver a creer.
En la previa del comienzo de una nueva temporada para Gimnasia, Alejandro Orfila tiene el deber de rearmar las piezas de un equipo que quedó profundamente herido después de un arranque de año para el olvido, que colisionó con la eliminación en 16avos de final de la Copa Argentina y la salida de Diego Flores. Con una pretemporada encima y tiempo para buscar su propia idea, el «Chano» carga con la responsabilidad de llevar adelante un proyecto que incluya al plantel actual, a los pibes de las inferiores, a los refuerzos que puedan sumarse y, sin dudas, al apoyo de los referentes.
Propio de la desazón por la acumulación de malos proyectos y la falta de resultados, los hinchas pusieron el grito en el cielo y apuntaron directamente contra los dirigentes como principales responsables. Más allá del nombre de Mariano Cowen y de quienes conducen el fútbol profesional, los grandes referentes del plantel también quedaron en el centro de la escena. Sacando a Lucas Castro, que se ganó la redención con su actuación y gol en el clásico ante Estudiantes, tanto Leonardo Morales como Pablo De Blasis ya no reúnen el consenso de la mayoría de los simpatizantes triperos.
Capitán, referente y titular indiscutido, Leonardo Morales atraviesa en el club tiempos de cambios. El Yacaré llegó de la mano de Hernán Darío Ortiz, quien lo descubrió en Santamarina de Tandil, y desde 2019 defiende los colores triperos como uno de los infaltables del plantel. Arrancó como lateral derecho, Diego Maradona lo colocó como central y, desde el paso del «Pelusa», no salió más de la zaga. La llegada de Néstor Gorosito en 2022 lo encontró en uno de sus mejores momentos y el propio DT lo calificó como «el mejor central del fútbol argentino». Más cercano en el tiempo, desestimó dos ofrecimientos de Independiente para seguir en Gimnasia. Si bien aún cuenta con el cariño de gran parte de la hinchada, en los malos momentos siempre aparecen los señalados, y uno de ellos fue él.
Después de más de diez años en el fútbol europeo, Pablo De Blasis llegó al plantel a mediados de 2023 y se convirtió en el primer refuerzo de la gestión Cowen. Una dirigencia que inició con la salida de Néstor Gorosito, la depuración de un plantel con figuras, y le dio paso al ciclo de Sebastián Romero y los pibes de la reserva. Seis meses más tarde, con una economía algo más ordenada, se concretó la llegada de De Blasis, que rápidamente se metió en el equipo titular. Como un vaso de agua en pleno desierto, Pablo tomó la bandera del grupo y se transformó en un gran referente. Con el cierre del ciclo de Chirola, Leonardo Madelón volvió a Estancia Chica y también lo elogió por sobre sus compañeros. Pero fue tras la partida del actual DT de Unión, y durante el breve ciclo de Marcelo Méndez, cuando algo se rompió con los hinchas. El «Pingüino» empezó a quedar marginado por lesiones, y cuando recuperaba su mejor forma, no lograba adaptarse al juego colectivo.
Querido por el público tripero, Nelson Insfrán es hoy quien sostiene que el panorama del Lobo no sea aún peor. El arquero cumple todos los requisitos para convertirse en nuevo referente y encontró en la gente el respaldo que otros perdieron. El «Mono» ataja, responde, es titular indiscutido y la cartelera actual del plantel lo tiene como protagonista principal. Había perdido el puesto con Méndez, pero la salida del uruguayo lo devolvió al arco por sobre Luis Ingolotti, y desde entonces viene cumpliendo con creces.
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