El volante categoría 2002 extendió su vínculo con el Lobo hasta diciembre de 2024. Todo evolución y sacrificio para el oriundo de General Pinto.
Tomás Muro capitalizó en 2020 su esfuerzo, compromiso y actuaciones superlativas vistiendo la del Lobo en un contrato por tres años con la institución que le dio cobijo allá por 2016 en la -ahora- Casa de Lobos, pero que supo conocer a los 10 años con viajes cada quince días para formar parte de las infantiles triperas. Ahora extendió ese vínculo por dos años más.
En la octava división (su primer año viviendo en la ciudad), se destacó con creces siendo figura y goleador de su equipo. Con tan solo 15 años, su nombre comenzó a hacerse eco en cada rincón de Estancia chica y sus anotaciones fueron una constante fin de semana tras fin de semana.
La perseverancia, constancia, entrega y técnica del atacante lo consagraron como una de las figuras de la séptima y de la sexta división donde marcó siete tantos en el 2019, sellando un presente formidable.
Pero del otro lado de la cancha, también hay una ser humano. Hay un chico que vive lejos de su familia, alimentando el sueño de llegar a la Primera del Lobo, con un objetivo claro, contribuir con sus seres queridos.
Así lo reflejó Tomas en Mundo Tripero Radio: “Hace años que estoy en Gimnasia. Desde infantiles, pero venía cada 15 días, cuando mis viejos tenían plata para traerme”.
El joven es oriundo de General Pinto, cuidad que se encuentra a más de 400 kilómetros de La Plata, por eso la distancia y la economía familiar lo ponían entre la espada y la pared. Aunque una oportunidad surgió que le solucionó su estadía en el Lobo, pero no así junto a su gente: la pensión Tripera.
“El año pasado vine a La Plata y a lo primero tenía miedo”, confesó el atacante Mens Sana ante los micrófonos, argumentando que temía extrañar a sus seres queridos.
Tal como lo predijo, eso sucedió, aunque para su consuelo, se encontró con una nueva familia. “Acá es otra vida, tenes que convivir con chicos que pasan a ser tus hermanos”, expresó el juvenil quien dijo acostumbrarse rápido al grupo y sentirse a gusto con sus compañeros.
Son jugadores las 24 horas, desde que se acuestan hasta que se levantan, viven y respiran fútbol, pero en los tiempos libres extrañan y mucho. “El año pasado cuando no estaba jugando me daban ganas de agarrar todo y volverme”, rememoró Tomi, pero confió que su sueño pudo más.
Muro tuvo un crecimiento superlativo en el 2017: mejorado físicamente por Leonardo Pesce y escuchando los consejos de sus técnicos Jorge San Esteban y Alberto Banfi, el oriundo de General Pinto llegó a su máximo nivel.
Toda esa evolución y sacrificio, fueron por un claro objetivo, llevar a cabo un anhelo que está lejos de los lujos, el dinero y la fama. Tomás Muro confesó entre lágrimas por qué quería ser profesional: “Quiero cumplir este sueño para ayudar a mi familia, en especial a mi hermano que es celíaco, diabético y tiene hipotiroidismo severo, solo por eso”.
Y arrancó el año siendo parte del grupo de jugadores que Pipo eligió para afrontar la pretemporada de verano, e incluso para luego viajar a Mar del Plata y así afrontar la parte más exigente de la misma. Y como si eso fuese poco, el 17 de febrero vivió su ansiado debut en Primera, ante un Bosque repleto de Triperos y Triperas que celebró junto a él la victoria ante San Lorenzo por 1-0 correspondiente a la segunda fecha del actual certamen. Desde entonces, continuó sumando minutos en varios partidos e incluso fue titular en ante River y Sarmiento.
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