Un 28 de mayo pero de 2013 Gimnasia y Esgrima La Plata vencía a Instituto en Córdoba y regresaba a la primera división del fútbol argentino luego de dos temporadas en la B Nacional. En cada recuerdo hay lugar para reafirmar nuestra condición y proponernos firmemente no bajar más.
Por aquellos días se hablaba de una sola cosa, y los triperos y triperas se las ingeniaban para encontrar reemplazos en el laburo o pedir permisos, por terminar todos los trabajos prácticos antes del martes 28 para faltar tranquilos a la facultad, y ¡que no se hayan acumulado faltas! Además, y como si fuera poco, había que juntar el mango para ir hasta Córdoba y volver en un siantiamén.
También hubo quienes entraron en la dicotomía en tensaba dos opciones igual de placenteras: subirse a la caravana o esperar en casa con los abuelos que no pueden viajar y vivirlo con ellos para catapultarnos al centro de la ciudad una vez finalizado el partido. Hubo lugar para todas las opciones. Porque aquel martes de 2013 copamos el Kempes, pero también todas las calles de nuestra ciudad como aquel 30 de diciembre de 1984, tras el 4 a 2 a Racing en el Bosque.
Dos años antes de la explosión azul y blanca, más precisamente el 30 de junio de 2011 el Lobo bajaba una categoría tras no poder con el San Martín de San Juan disminuido por el actuar de Potrerito en su escuadra. Fue empate en uno y una daga en el corazón. Incertidumbre y desazón. Lógicas. Oscuridad.
No existe tripa que no recuerde aquel día fatídico en el que se tejieron muchas hipótesis, como la del traspié, la tan repetida de la “mala suerte”, la más racional de las “malas decisiones dirigenciales acumuladas”, o quizá la más romántica de “Gimnasia tuvo ganas de dar un paseo”. Pero, pese pesar al horizonte sombrío, Gimnasia llenó las tribunas del Bosque, entonando canciones desafiando los límites de la voz. Más fuerte, pero con lágrimas en los ojos, cuando el árbitro marcó el fin del encuentro y puso al Lobo en la B. Una categoría que no se correspondía con su historia y con su gente. No sabíamos cuánto iba a durar el viaje.
1 años, 10 meses, y 27 días.
Largo el camino de regreso. Demasiadas emociones contenidas por las más de diez mil almas triperas agolpadas en el Kempes el 28 de mayo de 2013. En cancha la templanza, humildad y garra del joven equipo de Pedro Troglio, en las tribunas la pasión incondicional. En La Plata, la guarida expectante.
Monetti, Oreja, Barsottini, Benítez, Licht; Mussis, Nacho Fernández, Miloc, el Caco García; Pereyra y Niell, tuvieron un andar laborioso para conseguir el dos a cero final ante Instituto que concretaron el Gordo y Oliver, pero que llevó la firma de todos. Incluidos Bangardino, Basualdo, Piarrou, Pouso, Chavez, Meza, Peralta, Quiroga, Blengio, Rasic.
Los esfuerzos coordinados condujeron al objetivo primero. Gimnasia volvió al lugar donde nunca tuvo que haberse ido, pero aquel momento se convirtió en una marca más de nuestra identidad. Un testimonio que sirve para crecer, para reflexionar y evitar cometer los mismos errores.
La propia historia sirve para reafirmar nuestro posicionamiento en la vida: siempre firmes, siempre fuertes, siempre unidos. Como en los viajes al interior de la Provincia y del país; cuando se coparon las bandejas del Gigante de Arroyito; cuando se “peló” el telón en la Bombonera; cuando se luchó y se movilizó por las tierras del Bosque; cuando se sufrió en el ´95; cuando se ganó la Centenario; cuando se hizo temblar la tierra; cuando se copa el Poli o el Bosquecito; cuando se cortan papelitos y se pintan paravalanchas, cuando se movilizó un martes por la tarde a Córdoba (entre otros, por supuetso). En cada recuerdo, en cada espacio mental, hay lugar para reafirmar nuestra condición y proponernos firmemente no bajar más.
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