Mauro Córdoba: la construcción de un DT

PH: Rocío San Pedro

Kinesiólogo y Profesor de Educación Física platense, se topó con el fútbol femenino un día cualquiera y lo identificó como un espacio a potenciar. De entrenar mujeres en un potrero, a conformar la Primera División del Club de Gimnasia y Esgrima La Plata.

Por: Pedro Bressa

Barrio Meridiano V, La Plata. Año 2012.

Cayó la noche. En una canchita de fútbol siete al aire libre, inmiscuida entre un galpón, casas bajas y una fila de árboles que la protegen sobre calle 71, varias mujeres corren detrás de una pelota. Son de variadas edades: algunas rozan los 40, otras están en plena adolescencia.

En un costado, firme y con un silbato colgado en el cuello, un pibe motivado se esfuerza por dar indicaciones. También se lamenta porque los únicos dos faroles del perímetro alumbran sólo una de las esquinas.

A las chicas no les importa: van, vienen, chocan, patean. Ese lugar es quizás el único de la ciudad en el que pueden desenvolverse contenidas y fuera de prejuicios.

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El comienzo

Mauro Córdoba afirma haberse convertido en Director Técnico “de casualidad”. “No era mi meta, pero ahora sí lo es”, retruca. Es que se describe como un amante del deporte y la teoría, aquello que lo llevó a tener dos Licenciaturas pero, no imaginaba, también lo terminaría insertando en el mundo del fútbol femenino.

“Cuando estudiaba en Buenos Aires iba a jugar a un complejo de fútbol con unos amigos. Ahí empecé a ver el progreso de las mujeres en el deporte porque a medida que pasaban los meses aumentaban los turnos y se organizaban cada vez más torneos. En uno de mis viajes de vuelta a La Plata me di cuenta lo vacía que estaba la ciudad en comparación con Capital, entonces me pregunté: ¿por qué no hago una escuelita? Así arrancó todo”, cuenta.

Cuando dice “todo”, quiere decir todo eso que ya vivió en tan poco tiempo y le hizo definir su vocación. Porque Mauro Córdoba, hoy referente y promotor de la disciplina en La Plata, en siete años pasó de entrenar a un grupo de chicas por hobbie en un potrero, a liderar un proyecto de largo plazo en Gimnasia que, en una temporada con él como DT, ya obtuvo su primer campeonato de AFA (Primera B) y jugó dos veces en el Bosque.

“Por la gran cantidad de mujeres que se acercaban a participar, la canchita que me prestaba el club Julián Aguirre quedó chica. A dos cuadras está Crisfa, así que hablé con los dirigentes y me dieron la cancha de 11 en un horario que estaba vacío. La idea era armar un equipo para competir pero cómo acá no había ningún torneo (los de Liga Amateur Platense recién comenzaron en 2015) y la AFA me bajó el pulgar para entrar con Crisfa, tuve que seguir buscando club”, relata.

Aquella búsqueda desenfrenada era movilizada por una promesa: Mauro le había confiado a sus dirigidas que empezarían a competir oficialmente. En el trajín, se cruzó con Gimnasia por primera vez. “Vine a presentar el proyecto en la época de (Daniel) Onofri. Les encantó, pero al no haber espacio físico no pudimos entrar. Esto fue un mes antes de que arranque el torneo AFA de 2013, por lo que seguí buscando hasta que nos abrió las puertas Villa San Carlos gracias a dos primos que tenía adentro del club. Igual, sólo me daban el escudo así que a partir de ahí fue todo gestión”, explica Mauro, y se le dibuja una sonrisa pícara en la cara.

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Club Villa San Carlos, Berisso. Año 2016.

—Conozco una piba que la rompe; juega de 5 —le susurra un muchacho desde atrás del alambrado.

El DT procura no dejarse influir demasiado porque ya se lo han dicho bastante. Además, la lista de buena fe está casi cerrada.

—Es buena, en serio —le remarcan, e intuye que ésta vez puede ser diferente.

A los pocos días pregunta por ella, y decide ir a verla a Villa Catella, dónde vive y juega un torneo barrial de fútbol 7. Tiene 16 años y, dicen, le pinta la cara a cualquiera.

Cómo llueve torrencialmente, se fastidia porque no podrá comprobar si es buena. Llega a la casa, intercambian algunas palabras, y le pide el documento. Por una corazonada, le asegura que la incluirá en la lista para la temporada que está por comenzar.

Son las 17:45 y encara para Buenos Aires. Tiene que llegar antes de las siete porque es el último día para inscribir jugadoras. 19:00 en punto entra al edificio de calle Viamonte. 19:01 se topa con la ventanilla a medio cerrar de tesorería, donde se presentan los papeles.

—Disculpame, vengo a fichar una chica para el club Villa San Carlos —le dice el DT al empleado que se estaba yendo.

—¿Nombre de la jugadora? —le responde el tipo ofuscado.

—Milagros Díaz.

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El Director Técnico AFA

En Villa San Carlos se desempeñó como DT durante cinco años. Fue entrenador del primer equipo pero también asumió el rol de coordinador general, ese que fue curtiendo desde sus inicios, considerando el hecho de que el fútbol femenino, hasta hace muy poco, dependía de personas con vocación de servicio que se encarguen no sólo de dirigir un plantel de jugadoras, sino también de conseguir sponsors, transporte y hasta espacio físico para entrenar, porque los clubes no le daban importancia.

La gestas más importantes en el club berisense fueron el torneo de Primera B de AFA obtenido en la temporada 2016/2017 y el posterior quinto puesto en la máxima categoría del fútbol femenino argentino. Un dato no menor: muchas de las jugadoras que dirigió en “la villa” y luego recalaron en Gimnasia, lo acompañaron desde los inicios, que se remontan a las épocas de Julián Aguirre y Crisfa.

“Cuando la actual CD de Gimnasia abrió la convocatoria para proyectos de femenino yo avisé en Villa San Carlos que me iba. Recuerdo que nos reunimos en la cancha de 11 de UPCN donde también estaba en el que ese momento era el entrenador (Ezequiel Asit) porque sobre el final yo sólo estaba acompañando. Obvio que invité a las jugadoras a formar parte, aunque aclaré que serían evaluadas para entrar en el equipo. No niego que había una tendencia porque a algunas las conozco hace cinco años y la verdad es que no trabajamos mal. Además, Gimnasia implicaba un salto de calidad. Pero fue todo decisión de ellas”, aclara.

Las jugadoras que llegaron provenientes de Villa San Carlos para formar el equipo de fútbol femenino mens sana que competiría en la Primera B de AFA 2018/2019 fueron: Ana Rolón, Micaela Díaz, Ailín Franzante, Juana Bilos, Mercedes Carlini, Celeste Ferrarini, Agustina Maturano, Karina Augusto Maldonado, Lucía Guiñazú, Milagros Díaz, Yanina Reigemborn,  Marylin Esquivel y Florencia Sánchez. El resto de las triperas (que también conformaron el plantel que terminó obteniendo el campeonato de AFA- segundo de Mauro Córdoba como DT-) se sumaron en las pruebas previas a la competencia o como refuerzos a mitad de semestre.

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Sede del Club Gimnasia y Esgrima La Plata. Año 2018.

El flamante cuerpo técnico designado para llevar adelante el fútbol femenino dialoga con integrantes de la Comisión Directiva. Planifican en una mesa amplia, donde hay desperdigadas varias copias del proyecto.

El DT comenta que Gimnasia no se tendrá que preocupar por el transporte, destaca que ya se cerraron algunos sponsors y remarca que los acompañan 13 jugadoras de Villa San Carlos con experiencia en AFA.

A los dirigentes les cierra por todos lados, y se predisponen a conformar una Sub Comisión que acompañe y sea el nexo.

Antes de dar por finalizada la reunión, el entrenador pide la palabra una vez más.

—Hay un tema. Entendemos que será fundamental poder entrenar en Estancia Chica. Las jugadoras van a generar mucho más sentido de pertenencia con el club.

Los dirigentes le dan el visto bueno, aunque no se animan a confirmarlo aún.

La reunión se dispersa, y cuando quedan el potencial delegado del fútbol femenino e integrantes del cuerpo técnico charlando aparte, el ayudante de campo tira un berretín.

—¿Qué nos dan si salimos campeones? —pregunta, y empiezan a bromear con posibles premios, pero no se lo llegan a tomar en serio.

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El proyecto Gimnasia

“Lo que nosotros presentamos en un comienzo se abocó a lo más urgente que es la Primera”, detalla Mauro. Es que cuando Gimnasia abrió la convocatoria para proyectos de fútbol femenino, lo hizo contemplando la idea de competir ese mismo semestre en los torneos de AFA. Eso no quita que el alma mater del plan sea formar jugadoras.

“Sino va a ser siempre como el fútbol masculino, en el que predomina el que más recursos tiene”, remarca el DT, que agrega: “El ejemplo en femenino es la UAI (Urquiza) que está sustentada por una Universidad millonaria y que es obvio que va a pasar por arriba a todos. Salvo que se hagan cosas radicales como la que le estamos planteando a Gimnasia. El proyecto es 100% formativo, sin quitarle un ojo a lo competitivo”, asegura.

El proyecto de fútbol femenino en Gimnasia que lleva adelante Mauro junto a Agustín Martínez, Federico Reichenbach, Verónica Fuster y las hermanas Celeste y Sofía Ferrarini en Reserva, apuesta a: conseguir una cancha de fútbol 7 para poder desarrollar una categoría infanto/juvenil; trabajar con Big Data para “generar patrones de entrenamiento que se puedan volcar también a las menores”, y conformar un área de coordinación general. Lo que implicará, además de una revolución en la disciplina, sumar 200 cuotas de socios más al club.

“Con el campeonato de Primera B de AFA recién dimos el primer paso. Ahora hay que ir por todo esto: si lo logramos, Gimnasia no tiene techo porque las chicas deben entender el juego, no sólo patear la pelota”, decreta Mauro.

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Predio Luis Guillón de Banfield. Mayo de 2019.

Con un golazo desde afuera del área de la capitana, Milagros Díaz, Gimnasia le ganó 3 a 2 al taladro y es campeón de la Primera B de AFA Temporada 2018/2019, dos fechas antes de que culmine el torneo.

Cuando la jueza marcó el final, las triperas que estaban en cancha se desmoronaron de la emoción, y las que lo vieron desde afuera invadieron el campo de juego. Es que durante meses sostuvieron un temple de asero, que les permitió mantenerse en la punta del campeonato por más de 10 fechas. Y ahora sienten que se sacaron una mochila de encima.

Los casi 200 triperos que viajaron hasta Banfield para hacerle el aguante al fútbol femenino del lobo cantan el tradicional “Hola Basurero, acá está de nuevo” y el plantel, que de a poco se va recomponiendo, se acerca al alambrado y aplaude con las manos en alza.

Desde el círculo central, el cuerpo técnico observa la secuencia. Están idos, como paralizados. Hasta que Mauro Córdoba corta el silencio.

—¿Por qué no habremos estrechado las manos ese día, no? —y se le escapa una risa cómplice.

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