El hockey tripero cumplió su séptimo aniversario dentro de la institución Tripera. La disciplina sigue creciendo y este año lo festeja con el regalo más preciado: su cancha de sintético.
Un 19 de septiembre de 2011, la disciplina dio inicio luego de 53 años sin actividad. Una lucha que tiene como abanderados a: Lucía ROMAGNOLI y a Daniel ROELLIG. Ambos profesores de Educación Física, quienes llevaron el proyecto al club para que el hockey, pionero en la ciudad de La Plata, vuelva al ruedo.
Dedicación, tiempo y constancia son algunas de las palabras que se vienen a mi cabeza en este momento. Por esa época se entrenaba en la cancha auxiliar del Bosque. Con un puñado de jugadoras que decidían sumarse a esta aventura que ya lleva siete años y miles de objetivos cumplidos. Siempre con el entusiasmo y la responsabilidad que conlleva vestir la camiseta más linda del mundo: la del Lobo.
El hockey, creció y sigue creciendo con mucho trabajo. Y así como creció el deporte, también crecieron nuestros sueños, deseos, anhelos y también la cantidad de chicas que se fueron sumando. Generamos nuevos espacios, nos trasladamos al Bosquecito en 2012 y así empezamos a formar la familia que hoy somos. Sí, el Bosquecito: nuestro lugar, nuestra casa.
Después de transitar por el proceso de formación de categorías y cuerpos técnicos decidimos empezar a competir. En 2014 arrancó con todo para nosotras. Ese año éramos más de 100 jugadoras de Novena a Primera división. Empezar a jugar el Torneo Metropolitano sobre césped era materializar y respaldar un proyecto de años.
Nuestro primer año de competencia superó todas las expectativas pensadas. Clasificamos a playoff todas las categorías, la Quinta división consiguió un subcampeonato inolvidable, la Primera se mantuvo en el primer puesto todo el campeonato y se celebraban además, miles de alegrías que coronaban el trabajo de: profes, padres y jugadoras.
En 2015 fuimos por más. Jugamos por primera vez en sintético, eso sí, seguíamos entrenando en césped natural. Más allá de ser una limitación técnica, para nosotras nunca fue una excusa. Por el contrario, redoblamos el esfuerzo para dejar a Gimnasia en lo más alto. Y así fue. Estuvimos a un punto de ascender. Obvio que dolió, pero también nos hizo más fuertes. Porque la adversidad no nos vence, nos retempla.
En 2016, aun sin novedades de nuestra cancha, nuevamente salimos dejar todo en la cancha. Fuimos por el ascenso una vez más. Esa vez se nos hizo más difícil el camino, pero de todas formas, de 17 equipos que éramos en la zona, nos ubicamos en la séptima posición.
Más allá de cumplir y celebrar varias metas, el espacio de la cancha seguía estando ahí: vacío. Y a la vez tan lleno. Lleno de una disciplina que no se rinde, que la pelea, lleno de jugadoras que aman la camiseta, que la respetan. Imaginando cada día llegar y verla. Jugar en el Bosquecito significaría, cumplir un objetivo, materializar un sueño, algo que se creía casi inalcanzable allá por el 2009.
Hoy septiembre de 2018 ese sueño está a poquitos días de realizarse. El sintético llegó al Bosquecito. Y con él se concretaron desafíos y momentos que nunca habíamos imaginado vivir en cuanto a lo deportivo. Ganamos nuestro primer clásico de la historia, seguimos sumando jugadoras y creciendo como grupo y equipo. Se renovaron todas nuestras ilusiones. Y claro que también sufrimos, hoy extrañamos jugadoras decidieron irse, pero ellas también dejaron su huella y son parte de nuestro presente. Pero las que seguimos firmes y fieles a este amor, hoy sólo sonreímos.
Enfrentamos las adversidades, pusimos el cuerpo, alzamos la voz y por sobre todas las cosas: nunca nos rendimos. Porque así es el Lobo. Así somos nosotras: aguerridas, sensibles, soñadoras, avasallantes. Estamos fuertes, estamos unidas. Cumplimos siete años. Celebramos la victoria después de tanta lucha, porque así lo quisimos y así lo queremos para nuestro futuro.
Al hockey de Gimnasia ¡Felicidades! Y ¡gracias eternas! Por ser mi refugio, mi casa, mi contención. Por darme otra familia, por ser mi compañía de cada día. Por enseñarme que nunca hay que bajar los brazos cuando algo se desea con tanta fuerza. El sentido de pertenencia y la actitud no se negocian nunca y eso lo entendimos perfecto. Gimnasia se siente en el cuerpo, en el alma y en el corazón. Gimnasia es mi vida.
Que sea eterno este sentimiento. Que sea eterno el hockey tripero.
Opinión: Soledad Fernandez
PH: Tres Alfiles
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